Instrucciones para un NegOcio

¿Donde comienza este NegOcio? Por una casa, o mejor por una Neg o Nega como le llaman en su lenguaje marino los Kuna a la casa. Una Neg es más que un espacio físico, va más allá de los ladrillos, de los techos de paja, de metal o cemento. Ella es el territorio, es la lengua, son los sitios sagrados, es el cosmos, el útero, los nidos, los abrazos.

Las casas, tantas veces viajan con sus habitantes, como el de los Turkana en los desiertos de Kenia, o el de los Evenkos en la taiga siberiana, o el de los Nukak Makú en Colombia. Otras veces están en las montañas, estos locales que parecen impenetrables monolitos de roca, pero son fuente de biodiversidad, cuidados amorosamente por sus habitantes en Nepal o en los Andes.

La casa puede estar en un árbol, como la de Roxana Pons, que como lugar de residencia tiene un nido en un árbol. Así lo cuentan algunos diarios argentinos, que como no tenía dinero, Roxana buscó un buen árbol y ahora es su refugio. Dicen sus vecinos, trabajadores de una estación de trenes, que es una mujer tranquila, muy culta, pinta bien y no molesta a nadie.

Una Neg o Nega no necesita de puertas, tan sólo de luz y de cuidados. El río, el mar, el bosque… son también Casa, es Nega, o más bien su prolongación. Ella es sagrada, por eso queremos que siempre huela a flores. No lo violemos, seduzcámoslo con palabras y gestos. Así canta el Sahila kuna en la Casa Grande – Onmaket Neg - .

Sucede tantas veces que no habitamos la Casa, sino que es ella la que habita en nosotros.

Lo cierto es que no somos dueños de estas Casas, más bien nos la han prestado nuestros nietos, y por ello tenemos que entregarlas limpias y olorosas. Así cantan las abuelas de estas Negas.

Hay tantas NEG cuidando la Tierra!

En estas Negas, niños, mujeres y ancianos, viven una permanente complicidad. ¿Cuál será la receta? ¿Cuál es el secreto?

Los señores de otra aldea más “civilizada” dicen que esta gente es iletrada, salvaje e inculta. Dicen también que son unos OCIOsos, unos perezosos, nada “productivos”, y que no tienen horario. Acaban diciendo que “nada aportan al mercado” y que hay que civilizarlos.

En una de estas aldeas de “ociosos”, el médico – poeta se levanta a las cinco de la mañana, cuenta su sueño a la mujer amada, toma su primer baño en el agua que acaricia. Su cayuco está a la espera, agradece a la Vida este día generoso y se desplaza hasta el río, donde tomará su segundo baño. En su jardín, en su bosque, buscará las plantas medicinales, conversando siempre con ellas, recogerá algunos cocos y algún plátano ya maduro. En el manglar recogerá dos o tres cangrejos y de nuevo en el mar, con su anzuelo, un pez para la nieta que le espera en casa.

Estos ociosos, tan sólo se dedican a cuidar bosques, porque saben que es el hogar de animales y humanos, cuidan los ríos y la casa común. Y en la aldea danzan, porque danzando equilibran los sonidos de la Tierra. Tejen vestidos que hablan de la vida y pintan el cuerpo, que es también territorio sagrado.

Uno de los recuerdos más fascinantes de mi infancia en la aldea era vivir las ceremonias de carcajadas de mis tías y las vecinas. Las mujeres de mi aldea, cuando empiezan su sinfonía de carcajadas hablan, dicen cosas, comentan, juran, juegan, seducen. No es una simple sonrisa "amarilla", es de tantos colores, eeelakua...maagebaa...beobangubimoga...! y regresaba a mi casa, más alegre, divertido, feliz...! que bien me hacía todo eso! ¡Risoterapias!

Gente improductiva, dirán, que no tienen nada que hacer. Pero sé que hoy en este mundo de alta velocidad, de éxitos y de fracasos, hace tanta falta el hombro amigo, la sonrisa y el abrazo sincero.

Eça de Queiroz, autor portugués del siglo XIX, escribió una vez que “… la risa acabó porque la humanidad se entristeció. Y se entristeció por causa de su inmensa civilización….” (Decadencia de la risa -1891).

Y que este 2007 que ya está a las puertas sea un año menos doloroso, de más sonrisas, de más Ocioscompartidos, de Negas habitadas con ternura. Y continuemos a reinventar día a día nuevos Neg Ocios.

25 de diciembre de 2006