Como si no fuera con nosotros…

Dedicado a Luna, agradecidos 

(Luna, joven voluntaria de la Cruz Roja española
que abrazó, consoló y dio de beber
a un ser humano “ilegal”
en las playas de Ceuta,
reanimando a media humanidad.)

 

(Jorge) No se puede esquivar lo que grita cerca y duele.

(Cebaldo) ¿Colombia?

(Jorge) Claro, Colombia. ¿Pero qué decir de Palestina? Como si el Covid no fuera suficiente…

(Cebaldo) Sí, la querida Colombia, que vive momentos tensos, de luchas, de represión desde los poderes. Pero también de muchas esperanzas. Desde el 28 de abril ha mantenido un paro a nivel nacional, apoyado por millones de colombianos que dijeron ¡Basta! Las organizaciones indígenas del sur y occidente de Colombia han participado en las movilizaciones realizando mingas. La minga es algo que se hace siempre, un trabajo conjunto practicado en las comunidades por el bien común. “Minga es lo que estamos haciendo. Minga es salir a reclamar nuestros derechos. Minga es trabajar todos juntos. Es resistencia”, nos cuenta un dirigente.

(Jorge) Habiendo tantas opciones de informarse hoy en día, tratar de entender, interesarse en entender, es un primer paso obligado. “Este problema que vendrá tras la pandemia…”, dice Boaventura de Sousa, desde Europa, cerca de tu casa en Portugal.  Él desgrana también el tema de las patentes  de las vacunas. Cualquier pueblo de esos llamados premodernos lo hubiera hecho: por el bien colectivo hubiera soltado temporalmente las patentes. Aún como gesto, sabiendo que igual producir vacunas toma un largo tiempo. Pero es que cae por su peso en una pandemia: si es con vacuna la solución tiene que ser global.

Fíjate Cebaldo que así lo explica la BBC  - que no son justamente de ultra izquierda: “En la industria farmacéutica, cuando se descubre y desarrolla un medicamento, la empresa patenta su descubrimiento para que nadie más pueda fabricarlo. Esto le permite controlar el precio y la producción, lo que a su vez puede generar precios elevados y medicamentos que son inaccesibles para los más pobres.”

Sudáfrica e India propusieron a la Organización Mundial de Comercio suspender los derechos de propiedad intelectual de las vacunas mientras dure la pandemia. Las industrias farmacéuticas involucradas no quisieron.  

(Cebaldo) Se repite en tantos países de nuestra América, de Abya Yala, que este año entra en la celebración de los 200 años de las independencias. Y uno de los sueños de muchos de sus dirigentes de aquel tiempo, Sucre, Bolívar, Artigas - y de tantas mujeres, que por tales no las registra la historia oficial - era construir tierras más solidarias. Una tierra sin reyes, ni amos, ni esclavos.  

Pero no ha sido fácil el camino. Doscientos años y continuamos en la tarea de superar intolerancias, racismos, peleando por el pan y la cultura, por mejores escuelas, de calidad, por un servicio público de salud igual para todos. Algo no ha funcionado. Y seguro hay que cambiarlo. Y aquí están los jóvenes de hoy, que van perdiendo el miedo y el pesimismo; que pasan del no es posible al sí se puede.

(Jorge) Esos jovenes que protestan en Colombia - la inmensa mayoría de manera pacífica pero reprimidos como si fueran extremistas -, exigen su derecho al futuro. Están hartos de 70 años de violencias físicas y estructurales. Tocó a sus bisabuelos, a sus abuelos, a sus padres…

(Cebaldo) Mira Chile, un querido país que ha acumulado a lo largo de su historia mucho dolor:  lo ha cargado en el cuerpo y en la memoria.  Y va con pasos de amor, de trabajo, de militancias, reconstruyendo ladrillo a ladrillo la Nueva Casa, pero con suelos y raíces ancestrales, de memoria. Y en especial su juventud, que viene a decirnos, como en la canción, que “nada está perdido”.  Pase lo que pase, en estas luchas la cuestión es que no podemos desanimarnos. ¡Qué hermosa lección!

(Jorge) Allá en Chile vive un filósofo y escritor de 94 años, que se llama Gastón Soublette: te lo recomiendo compadre. Sigue impartiendo clases tras 50 años como académico en Filosofía y Estética, de la Universidad Católica. Asegura en una entrevista reciente que las protestas continuarán cuando se acabe la pandemia. “Esa falta absoluta de solidaridad y respeto por la humanidad no se tolerará más en el siglo XXI […] Ese modelo de sociedad está llegando a su fin, al descubierto por la crisis de la pandemia.”

La solidaridad entre los hombres solo es posible cuando estos tienen virtud y sabiduría”, dice. Cree que los jóvenes hoy están más capacitados que antes para enfrentar la realidad. Y que además tienen más coraje.

(Cebaldo) Decía así un anuncio de estos días que circuló en las calles y en las redes: “Resistir como Palestina, luchar como Colombia y votar como Chile”. Continúo pensando, tal como un día escribimos en una Luna pasada querido Coqui que “…la única salida posible es por vía de la comunidad, de la reciprocidad, de sentir que formamos parte de un todo, de algo mayor. Responsabilidades compartidas. Todos dependemos de todos”… ¡No hay otra ruta, no hay otro camino!

Ilustración de Ani Ventocilla King

Ilustración de Ani Ventocilla King

*

(Jorge) No por lejano va a dejar de importar lo que se vive en el Estado de Palestina. Año 2009, una foto en Internet, un anciano palestino levantando una pancarta que reza: “Tomas mi agua, quemas mis olivos, destrozas mi casa, me quitas el trabajo, robas mi tierra, encarcelas a mi padre, matas a mi madre, bombardeas a mi país, nos matas de hambre a todos, nos humillas. Pero yo soy el culpable: disparé un cohete de vuelta.

Al inicio decíamos, Cebaldo, casi eufemísticamente, “Tratar de entender, interesarse en entender…” Colombia y Palestina son realidades bien complicadas maestro; no como esas películas de vaqueros en la tele que veíamos de niños, donde estaba muy claro el bando de los buenos y el de los malos (..el de los pieles rojas, of course).

¿Pero es acaso esa complejidad razón para quedarse fuera, como si no fuera con nosotros?

 La analista internacional Inna Afinogenova [1] lo explica tan bien: “Aunque sí sea complejo históricamente y sí tenga cientos de diferentes aspectos que abordar y analizar, lo cierto es que no estamos tanto ante un conflicto [israelí - palestino] difícil de entender, como ante un conflicto que a algunos les interesa que parezca incomprensible.  Porque mientras menos se entienda, más se tardará en encontrarle una solución.

Vale repetirlo: “Porque mientras menos se entienda, más se tardará en encontrarle una solución.”

La solución en el caso de este conflicto, que ha causado y causa tantísimo dolor humano innecesario, tiene que pasar por reconocer a ambos Estados como tales -- no solo a uno.

[1] Bien vale ver su disertación en YouTube (8:32 minutos)

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Mayo de 2021

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