Febrero, Luna de Iguana

Todos los pueblos, tienen sus lecturas del mar, o del bosque, o de los ríos. Ellos han construido sus gramáticas de la naturaleza, la forma de leer el cielo, de entender las señales de la luna y conocer los humores del viento.

Del mismo modo existen lugares, paisajes, momentos, que se refugian en nuestra memoria y nunca más salen de nosotros, habitan en nosotros para siempre. E inevitablemente volvemos a ellas. Así siento los días y los paisajes de Febrero. Mis antiguos febreros...! a los que regreso periódicamente.

¿Cual es el encanto de febrero? ¿Donde su magia (por lo menos para mí, que fui descubriendo y aprendiendo tantas cosas, en este mes)?

En su lectura de la naturaleza, en su mapa de memorias, los kunas denominaron al mes de febrero, Ari Nii, el mes de la iguana. Son días de lluvias ligeras, algunas lloviznas, en honor al Ari, que pronto bajará de su sagrado árbol y quiere un suelo fértil, una tierra fresca; además la tierra está seca de tanto sol, cansado de tanto uso, que necesita que la acaricien. Por eso llueve. Son breves visitas de las aguas del cielo que la tierra agradece.

Esas son cosas que los adultos cuentan a los críos, son cosas que el pueblo vive. Son lecturas del cielo, gramáticas ambientales que viajan de cuerpo en cuerpo, de boca a boca, de aldea en aldea.

Y pronto empezará la limpieza de los montes, la tala de árboles, después se quemará el terreno y se sembrará el coco, el plátano, el guineo, la yuca, el ñame, el mango, el cacao, el café, los aguacates, el otoe, la caña de azúcar y el maíz, según la necesidad e interés de los comuneros y las familias. Así recuerdo los primeros días de mis febreros de infancia.

Además las escuelas están cerradas, continúan las vacaciones escolares y el horario diario, lo comanda ahora, no la campana de la escuelita o el reloj del maestro, sino el sol, la luna y las voces de las abuelas o de las madres. Las maestras, los maestros de otras gramáticas se fueron. También necesitan descansar.

En los febreros de mi infancia, las danzarinas, los coreógrafos, los tocadores de flauta, las lindas bailarinas, ensayaban todos los días, y el sonido de tantos instrumentos invadía la isla. Y nosotros puntualmente, estábamos allí. En la primera fila, en la plaza, a deleitarnos con las danzas y yo, quedar completamente seducido por una de las más bellas bailarinas. Yo, con mis 8 o 9 años, soñaba despierto. Ella y sus 20 y tantos, coloreaba el paisaje inventando ritmos.

(Muchos años después le conté esta historia del niño enamorado, a Sipor, como le llamaban sus amigas. Y su risa, sus carcajadas me invadieron todo. Cosas de niños.)

Ensayaban diariamente, porque se acercaba la Gran Fiesta, la Fiesta Mayor, Bila Inna. La fiesta de la alegría, el Inna, la ceremonia más completa de los ritos dules, en homenaje a la paz construida, a la tierra protegida. Paz y Tierra que costaron mucha sangre, mucho dolor.

En la otra esquina de la aldea, algunos jóvenes ensayan una obra teatral comunitaria, donde se cuentan los días de violencia, los días clandestinos, las horas duras de los combates y la batalla final de un febrero de 1925. Memoria del pueblo, reconstruido cada febrero por los nietos de los que un día pintaron su cara, de achiote indignado. Teatro que se repite en varias aldeas de la Comarca.

¿Cuando empezaron estas representaciones? ¿En qué comunidad?­ ¿Quien habrá escrito el primer guión?

Desde que tengo memoria, soñaba que un día participaría en esta obra teatral y así fue; en tantos febreros, fui policía colonial, secretario de Nele, creo que una vez intendente otra figura colonial, una vez un simple comunero. Lo que nunca fui – y era el mayor de mis sueños – capitán de los guerreros, o soldado en el último asalto al cuartel policial o interpretar a Nele Kantule*, es el sueño de los sueños!

Memoria de los días de miedo, de dolores, días dramáticos, lenguajes que no se entendían, cuerpos violados. Y volvieron las flautas, los caracoles a llamar al combate. El resto es historia conocida, memoria recuperada y la Matria reconstruida

Por eso cada Febrero, las aldeas recuerdan estos días, pero sin rencores, sin rabias, con los brazos abiertos, con las danzas compartidas, con músicas diferentes. Y han sido estas fiestas, estos días, estos febreros, que nos han ofrecido, poetas, cantores, pintores, actores, amigos y turistas de tantas partes del mundo.

Y por todo eso, febrero es para mí, el mes inicial.

Febrero 2007.

*Nele Kantule: dirigente kuna de la Revolución de 1925.